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¿Quieres comenzar el año siendo un buen líder? Guía de buenas prácticas

  • Nortisur
  • 3 ene 2018
  • 2 Min. de lectura


Históricamente, hemos concebido la figura de nuestro jefe tal y como la ilustra la Teoría X de McGregor (1960): una figura explotadora, avariciosa y despreocupada de la situación de sus empleados. Sin embargo, investigaciones más recientes demuestran que el mimo y la comprensión con los empleados no solo mejoran su percepción del líder, si no que aumentan el rendimiento del equipo. Aunque aún quedan algunos directivos que tiranizan a sus empleados, una gran vertiente de líderes se está abriendo paso e imponiéndose sobre el modelo anterior.


A continuación, os presentamos algunas diferencias entre jefes y líderes. Este listado puede ayudar a los responsables a hacer un ejercicio de introspección para vislumbrar qué conductas llevan a cabo. También pueden servir a aquellos empleados que quieran valorar la forma de trabajar de su superior.


  • Mientras que los jefes utilizan su posición para amenazar a sus empleados con despidos o bajadas salariales; los líderes no se plantean utilizar sus privilegios para amenazar a los demás, si no que utilizan la empatía y la comprensión para afianzar su relación con los empleados y obtener su confianza.


  • Los jefes responden ante una organización jerárquica en la que no se puede rebatir al superior debido a la verticalidad de las relaciones. Sin embargo, los líderes animan a la comunicación horizontal: fomentan el debate y el intercambio de ideas y de información, ya que saben que es la única forma de obtener una perspectiva objetiva y mejorar los resultados.


  • La rigidez mental de los jefes conlleva que siempre se trabaje de la misma manera, sin tener en cuenta fuerzas externas, como las nuevas necesidades de los clientes, las preocupaciones de la población o los vaivenes económicos del Estado. Por otra parte, el líder es camaleónico. Prevé y se adapta fácilmente a los posibles problemas externos que puedan afectar a la compañía.


  • La confianza del jefe en sus empleados es limitada. Supervisa las actividades que delega en sus subordinados, controlando que las lleven a cabo tal y como él lo consiente. Sin embargo, los líderes dan rienda suelta tanto a la confianza como a la creatividad, dejando que los empleados puedan llevar a cabo su trabajo tal y como ellos consideren más efectivo. Estas conductas fomentan la autonomía y la confianza en el superior.


  • El control de los jefes a los empleados es tal que no se permiten modificaciones horarias por razones extraordinarias, es decir, deben completar su jornada laboral dentro del horario establecido sin excepción. En cambio, los líderes son comprensivos. Saben que no todos tenemos las mismas circunstancias y que no todos los días son iguales. Por eso, permiten a sus empleados que salgan antes de trabajar para tratar asuntos personales o, incluso, que trabajen desde casa para desempeñar su trabajo sin descuidar su vida personal.



Estas son solo algunas de las muchas diferencias entre un jefe y un líder, pero nos sirven para distinguir fácilmente con qué clase de personas estamos trabajando o qué clase de superior somos. ¿Y tú? ¿Tu responsable es un jefe o un líder?

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