Ante la bestia del acoso laboral
- Nortisur
- 15 mar 2018
- 3 Min. de lectura

No hay excusas. El acoso laboral es real. En 2017, casi uno de cada seis trabajadores (16%) informó haber sido objeto de conductas sociales adversas – como actos de violencia, de acoso o de atención sexual no deseada – con posibles consecuencias negativas para ellos mismos y para la continuidad de su desempeño en su puesto de trabajo. En el estudio de Porath y Pearson (2009), el 96% de los participantes informaron haber experimentado algún comportamiento incívico en el trabajo, y el 99% afirmaron haber sido testigos de este tipo de conductas.
En la actualidad, se distingue entre maltrato laboral y el acoso laboral. El primero hace referencia a aquellas conductas incívicas que abarcan toda una serie de interacciones físicas y psicológicas negativas entre los compañeros de trabajo, afectando también a su vida personal. Comportamientos no verbales como poner mala cara, sonreír con sarcasmo o tener ataques de ira, hace que los empleados se sientan injustamente tratados en el lugar de trabajo.
Este tipo de comportamientos provocan:
La pérdida de tiempo y productividad en el desempeño laboral.
El incremento de la intención de abandonar la empresa.
Reacciones agresivas por parte de las víctimas, que incluso pueden llegar a convertirse en agresores.
Mayor estrés y agotamiento (burnout).
Sin embargo, para hablar de acoso laboral, el empleado debe estar expuesto repetidamente (al menos una vez a la semana) y durante un período de tiempo (al menos 6 meses) a este tipo de conductas. Por ejemplo: situaciones de abuso constante, recibir comentarios ofensivos o burlas, sufrir rechazo o exclusión social por parte de compañeros de trabajo, supervisores y subordinados, etc. El acoso laboral puede llevarse a cabo por cualquier miembro de la organización, pero generalmente ocurre cuando se da un desequilibrio de poder entre el agresor y la víctima.
Según distintos estudios, como el de Zapf y Einarsen (2011), las víctimas suelen tener una serie de características comunes: Altos niveles de neuroticismo y bajos de amabilidad, autoestima, asertividad y habilidades de afrontamiento inadecuadas. Suelen ser personas hipersensibles y recelosas, con facilidad para sufrir ansiedad y episodios depresivos.
En cambio, los agresores suelen ser hombres, responsables de equipo, con una autoestima inestable, faltos de competencias sociales y de control emocional.
Por último, pero no por ello menos importante, algunas investigaciones (Olson-Buchanan y Boswell, 2009; De Wirre y De Cuyper, 2009, Hauge et al, 2007; Ayoko, 2007) han hallado correlación entre los niveles de acoso laboral y algunas características comunes en las empresas:
Distinción borrosa entre el comportamiento aceptable e inaceptable en el trabajo.
La cultura organizacional y políticas de la organización.
Organización del trabajo y estructuras de recompensa.
Inseguridad laboral.
Conflicto de rol y ambigüedad de rol.
Falta de tareas desafiantes.
Clima interpersonal negativo.
Insatisfacción con el estilo de liderazgo.
Entornos ruidosos y calurosos.
Liderazgo tiránico y “dejar hacer”.
La forma en que se gestionan los despidos.
¿Y tú? ¿Te has sentido acosado en tu puesto de trabajo en alguna ocasión? ¿Crees que no te estás comportando como debes con algún compañero?¿Piensas que tu empresa cumple con algunas de estas características? Si es así, no mires hacia otro lado. Alza la voz, mira a tu alrededor, interrumpe esas conductas de acoso y, si es necesario, acude al sindicato de trabajadores de tu empresa o, en el caso de que no haya, al departamento de RRHH. Estas son algunos comportamientos que pueden ayudarte a que esta situación remita:
Pide ayuda a otros compañeros, a tus superiores, a amigos y a familiares. Pueden ayudarte a liberar la carga emocional y la ira que sufres, así como aconsejarte sobre qué puedes hacer.
Intenta no responder al acosador con conductas agresivas a sus conductas de acoso, ya que en algunos casos puede servirles de aliciente para continuar con ese tipo de comportamientos. Respóndele con calma, comunicándole cómo te hace sentir de forma asertiva.
Tu mejor arma son las pruebas: emails, testigos, fotografías; todo aquello que no pueda negar la implicación del agresor en este tipo de comportamientos.
Guarda los documentos de tu puesto de empleo a los que puedan tener fácil acceso para que esta situación no repercuta en tu estabilidad laboral.
Evita el aislamiento: Haz deporte, sal con tus amigos, intenta hacer tu día a día con actividades de ocio que te evadan de la situación de acoso.
Si tras denunciar estos hechos ante estos organismos no mejora la situación, no lo dudes, dirígete a los Tribunales de Justicia para denunciar el acoso laboral. Esta es una manera de denunciar tu situación de forma externa y existen dos vías para hacerlo: denunciando a través de la vía administrativa en la Inspección de Trabajo o llevarla a cabo por la vía judicial.
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